Cristina y el feminismo, el feminismo y Cristina

Luego del 32° Encuentro Nacional de Mujeres en Chaco y de las elecciones legislativas con ella como protagonista, se hace necesario poner en palabras esta relación compleja, reflexionando desde adentro del campo nacional, popular y democrático.

¿Cómo se fue dando a lo largo del tiempo la relación compleja entre Cristina y el feminismo, el feminismo y Cristina? A continuación algunas consideraciones en torno al tema, visto desde diferentes aristas:

Cristina presidenta y conductora

En primer lugar, es central valorar y pensar su figura en sí misma. Es decir, una mujer presidenta, que se para al frente y conduce el peronismo. Esto por sí sólo, guste o no, construye sentido y batalla contra la cultura machista: hay una mujer donde no corresponde que haya mujeres. No sólo eso: es una mujer que levanta la voz, irreverente, que da órdenes y gobierna. Y además lo hace representando los intereses de las grandes mayorías populares.

Esto molestó y molesta a las corporaciones fascistas y machistas que concentran gran parte del poder en nuestro país. Si el peronismo les incomodaba, ni hablar de un peronismo dirigido por una mujer que no se calla. Esto le valió y le vale ataques de todo tipo, generalmente – salvo algunos de una impunidad brutal –  disfrazados de críticas políticas e ideológicas. Pero es innegable que siempre fue un “agravante” la condición de mujer de CFK a la hora de despotricar contra ella. “Yegua, puta y montonera”, para resumirlo en pocas palabras.

Políticas de género y etiquetas personales

Durante su gobierno y el de Néstor, Cristina se despegó más de una vez del feminismo repitiendo frases que a más de una nos hacían renegar,  y se opuso a la legalización del aborto argumentando desde su postura personal y religiosidad católica. Creo en defender los derechos de la mujer y de las minorías, pero no bajo la etiqueta de ser feminista”, decía en el 2005. Sin embargo, fue durante estas gestiones que se avanzó en políticas de género de vanguardia internacional, tales como el Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género.

En junio de 2015 el movimiento de mujeres y las colectivas LGBTTIQ hicieron un boom. Explotamos las calles bajo el grito de #NiUnaMenos. Esta idea interpelaba en términos concretos al Gobierno de aquel momento, el de Cristina. Le ponía sobre la mesa la necesidad de un cambio cultural, de más y mejores políticas de género y contra la violencia machista. Y por sobre todo, la mayor deuda pendiente: el aborto legal, seguro y gratuito. Se puede decir que este espacio “corría por izquierda” al Gobierno y, aunque una gran mayoría de sus miembrxs no se referenciaran con el mismo, le exigía profundizar el modelo de igualdad e inclusión y llevarlo por completo al plano de los géneros.

Entonces cabe preguntarse: ¿podría este movimiento haber surgido en otra etapa histórica de nuestro país? El planteo no es que el movimiento feminista no existía previo a la década kirchnerista; al contrario, tiene raíces profundas en nuestro país. La pregunta es contra-fáctica, pero me atrevo a decir que era inimaginable para cualquiera de nosotras que una consigna de estas características volcaría a las calles a miles y miles de mujeres como lo hizo, sin el marco político que estábamos viviendo: el de un Estado que recuperaba derechos y ponderaba la movilización popular.

¿Existe un ida y vuelta? En el último tiempo Cristina mostró una nueva mirada del feminismo: nombra al patriarcado como sistema de opresión, y admite que “Florencia le abrió la cabeza”. “Ella es terrible discutiendo, argumentadora, y me enseñó  un montón de cosas”,  dijo cuando dialogó con la “Negra” Vernaci.

A lo largo de las últimas entrevistas, Cristina admitió su falta de visión previa y, como cualquier mujer, el paso por un proceso de cambio de pensamiento signado tanto por las enseñanzas de su hija Florencia Kirchner – que habla desde una nueva generación – como seguramente también por sus vivencias personales. Es así que se acerca a abrazar, o al menos a no rechazar, la identidad feminista.

Muchos podrán decir que es oportunista, que ya es tarde y debería haber dicho esto mientras gobernaba. No duden que quien escribe hubiera querido que fuera así. Lo interesante es que la relación de los liderazgos populares con los movimientos políticos es compleja. Éstos expresan y representan la mejor síntesis de las necesidades y voluntades de su pueblo. Que hoy Cristina hable de feminismo y de patriarcado no es un avance sólo para quienes la reconocemos como líder y conductora del movimiento nacional y popular, sino que es una victoria de la fuerza arrasadora del movimiento más dinámico de la actualidad. Es una muestra más de que feminismo es sentido del momento histórico.

 

 

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